A finales de 2017, tenía muchas ganas de escribir. Era normal porque desde mi infancia siempre tuve «mi diario íntimo», sin embargo, esta vez sentí que tenía que comunicar hacia afuera…
Nunca quise escribir un libro, solo necesitaba expresarme con más intensidad que de costumbre. Lo primero que hice fue hablar con alguien que era una profesional en el campo de la comunicación. En ese entonces, ella me guio para desarrollar un hábito de escritura y establecer una rutina. Seguí su consejo.
Usé mi netbook, sin objetivo claro en el horizonte, empecé a contar mi vida cotidiana, una especie de diario íntimo moderno. Por supuesto, no soy la que era de niña, pero era fácil y mis manos se sentían desesperadas por plasmar lo que pasaba por mi mente. Uno de los desafíos era escribir al menos una o dos páginas de Word todos los días. Para mi sorpresa, las hice sin mucho esfuerzo. Mientras lo hacía, también buscaba un significado y de esa manera darle una forma concreta, no quería que se quedara en algo abstracto. No era suficiente. Cuando terminé mi desafío de escritura de 30 días y pensé en cómo podría crear algo de valor, llegó la claridad. En ese momento, mi negocio era un sex shop, y se me ocurrió fusionar e inventar algunas historias que había escuchado cientos de veces. No sabía si era lo mío, pero tenía mucha información que creí que sería útil, y además ya escribía un blog de sexualidad.
Y así, ¡el accidente ocurrió! nació el contenido de mi primer libro erótico. El concepto original eran pequeñas historias conectadas entre sí. Me pareció interesante combinarlos con la astrología, que apenas conocía, pero sentí que sería capaz de asociarlos con sutileza.
Me organicé y planifiqué, y me propuse llegar a las 2000 palabras. No era muy pretencioso. Solo con contar la historia era suficiente. Era el verano de 2018 y me instalé en la terraza de mi casa. El calor no era excesivo y podía estar cómoda en la sombra. Me apoyé en la tela que templaba el calor del suelo, con la computadora en mano, y me prometí que no la cerraría hasta concluir el relato. Mis manos tocaron el teclado minuto a minuto. Luego de un largo rato, miré el contador de palabras y decía 2000, sin embargo, no había terminado y continué. Cuando puse el punto final, vi en la pantalla: 3608 palabras, y me sorprendí. Permanecí concentrada de principio a fin. Por la noche recuerdo haber pensado: «esto es más fácil de lo que imagine».
A la siguiente la mañana repetí el proceso. Para mi sorpresa, no podía creer lo que estaba haciendo. ¡Me sentía más concentrada que nunca!
Pude ver los resultados y eso me aseguro la constancia y tener más ganas de seguir adelante y, por supuesto, más deseo por llegar a la meta. Después de unos meses, pasé de un deseo e intensidad a darme cuenta que era capaz de terminar un libro. No guardaba grandes expectativas, porque mi intención no era comercializarlo, solo necesitaba terminarlo.
En 30 días lo terminé. Si me hubieras preguntado tres meses antes si me consideraba capaz de escribir un libro, lo hubiera negado, pero mi anhelo por dar a conocer lo que sabía era fuerte y profundo, y no lo suponía en ese entonces, pero estaba muy lejos de abandonarme. En los siguientes meses, revise y edite el manuscrito. Y dejo de ser un libro de 12 historias y se convirtió en una novela. En ese momento no lo era.
No quiero ser spoiler, sin embargo, ¡nunca más volví a escribir un libro en un mes!
Aquí enseño mi ultimo libro
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